Las estimaciones corresponden al Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC)
Las conclusiones del Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) no dejan lugar a dudas: la subida podría situarse en entre 30 y 60 centímetros si las emisiones de gases de efecto invernadero se reducen fuertemente y el calentamiento climático se limita a 2 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales.
Pero en comparación con finales del siglo XX, podría llegar hasta los 110 centímetros si continúa la tendencia actual del aumento de las temperaturas.
El análisis de ese panel -dependiente de Naciones Unidas, presentado en Mónaco- evidencia que el calentamiento climático también ha subido la temperatura de los océanos, que son más calientes, más ácidos y menos productivos, y que fenómenos extremos como El Niño vayan a ser cada vez más frecuentes y severos.
Se calcula que pequeños glaciares en Europa, el este de África, los Andes Tropicales e Indonesia perderán más del 80 % de su masa de hielo de aquí a 2100 con el actual escenario de altas emisiones de gases de efecto invernadero.
Con ello, se ve afectada también la calidad del agua y su disponibilidad en regiones más bajas, con implicaciones en sectores como la agricultura, el turismo o la generación de energía.
El IPCC recalca la presión a la que la actividad humana ha sometido a los océanos, que han absorbido cerca de un cuarto de las emisiones de gases desde los años \’80, lo que ha provocado su acidificación. El grupo de expertos añade que la capa del hielo marino del Ártico se está reduciendo y volviendo más fina.
Incluso si el aumento de la temperatura se quedara por debajo de esos dos grados, el permafrost, la capa de suelo permanentemente congelada en las regiones polares, perdería el 25 % de su superficie más externa. Pero en un escenario menos favorable, ese porcentaje podría elevarse al 70 %.
Aunque los ecosistemas costeros con vegetación protegen la costa de la erosión, cerca del 50 % de humedales han desaparecido en los últimos 100 años como resultado de la acción humana, fenómenos climáticos extremos o el alza del nivel del mar.
«La palabra clave ahora es adaptación. Eso nos permite abordar muchos de los riesgos que se puedan presentar y nos podría ayudar también a disminuir los efectos que se puedan experimentar a través de esos riesgos. Por eso es importante tomar acciones tempranas», explicó a EFE la científica chilena Carolina Adler, una de las autoras del texto.
Eso significa, añade, respetar el objetivo del Acuerdo de París sobre el clima para que el aumento de la temperatura no supere los 1,5 grados, establecer una verdadera coordinación entre gobiernos y organismos, y aplicar medidas de mitigación.
En otros casos, su recomendación es más extrema: «Cuando la comunidad afectada es pequeña, o tras un desastre, reducir el riesgo con una reubicación vale la pena que se tenga en consideración si hay zonas alternativas», concluye el informe.