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10/06/2021Llevamos trece años de escasez hídrica y, de acuerdo a los últimos informes de los especialistas, se estima que esta situación continuará en esta nueva temporada. Por lo tanto, es fundamental preguntarse cuáles serán las estrategias esenciales que se deberán implementar en los campos para poder lograr en las siguientes temporadas buenos rendimientos y máxima calidad de la fruta.
El concepto del riego en frutales ha avanzado considerablemente estos últimos años, pasando de la simple acción de aportar agua al cultivo (ETo-Kc) a buscar durante todo el año la mejor relación entre la disponibilidad de agua en el suelo y oxígeno para la planta. En varios artículos hemos planteado la necesidad de invertir en nuevos sistemas de gestión del agua de riego, dado que permiten tener una herramienta más efectiva para controlar el óptimo balance agua y oxígeno en los suelos y, sobre todo, promover un mejor sistema radical.
TEXTURAS Y RAÍCES FUNCIONALES
El potencial productivo de las vides depende directamente del sistema radical, y tal como se demostró en uno de nuestros estudios (Rojo et al., 2012), este depende principalmente de las raíces finas, con diámetros menores a 0,5 mm. Lamentablemente este tipo de raíces son las que más fácil se destruyen con el uso excesivo de agua de riego o por la baja presencia de oxígeno.
En la Figura 1, se observa un mayor número de raíces en el perfil de suelo con texturas gruesas, seguramente porque bajo estas condiciones, el exceso de riego no afecta tan drásticamente una baja en los contenidos de oxígeno. Sin embargo, estos parronales pueden presentar otros problemas: mayores ineficiencias en la fertilización o un deficiente contacto entre la matriz de suelo y la raíz, generando cavitación.

En esta misma investigación se concluyó que las raíces funcionales de la vid, en suelos de texturas medias (Figura 2 A), crecen preferentemente alejadas de la zona de mayor saturación del bulbo de mojamiento (bajo gotero), sobre todo en estos casos donde los volúmenes de agua de riego al año rondaban los 12.000 m-3 ha. Para el caso de suelos de texturas gruesas, evidentemente cambió el patrón de crecimiento y la densidad de las raíces en el perfil (Figura 2 B).

Este comportamiento fue detectado tempranamente en otros estudios en parronales realizado por UchileCrea (Pérez, 2007), en la búsqueda de la causa de la pérdida de potenciales productivos por efecto del riego mal ejecutado. A mediados de la década del 2000 (Figura 3), ya se observaba que el uso excesivo de agua de riego (> a 11.000 m-3 ha) provocaba una desaparición de las raíces activas, acuñándose lo denominado “muerte lenta de los parronales”, dado la pérdida paulatina del potencial productivo por la destrucción involuntaria de las raíces finas. Esta situación es aún más grave en la actualidad, debido al cambio climático, la generación de olas de calor, mayor demanda hídrica eventual y la generación de plantas menos resilientes.

PROFUNDIDAD Y DENSIDAD DE RAÍCES
Otro punto central en este tema es la determinación de la profundidad donde hay mayor presencia de raíces y de donde la planta sacará, en mayor proporción, el agua y los nutrientes. Se pudo observar para este caso que en suelos arenosos la distribución de raíces fue más superficial respecto a suelos de texturas francas. En los primeros se concentra más del 86% de las raíces finas hasta los 50 cm de suelo y un 64% para el suelo franco.
Esta información es corroborada posteriormente en otra tesis de grado (Rojas, 2008) trabajando en un suelo de texturas francas, de origen aluvial, profundo y de topografía plana en la RM (Figura 4). La mayor densidad de raíces se presentó en los primeros 40 cm desde la superficie del camellón, y hasta unos 80 cm de distancia de la planta hacia ambos lados de la sobrehilera.

Esta información ratifica que el mayor crecimiento de raíces ocurre en la zona superficial del suelo y donde se genera con mayor facilidad el intercambio gaseoso, facilitando una mejor aireación del suelo. Adicionalmente, estos datos cuestionan manejos sin información sólida y científica, que obligan a ocupar largos tiempos de riego para sobrehumedecer el suelo en grandes profundidades.
Hay que tener conciencia de que estamos en sequía y debemos ahorrar energía eléctrica para ser sustentable, lo que debiera cuestionar a muchos productores frente a lo que están haciendo. ¿No será más racional invertir en tecnología y dar todas las condiciones para que la gran masa de raíces activas se ubique en el bulbo de riego y con preferen cia en la parte superficial, donde hay mayor concentración de oxígeno, mayores niveles de materia orgánica y disponibilidad de nutrientes?
El uso masivo de sondas de capacitancias FDR está permitiendo generar información con mayor facilidad, sin la necesidad de tener que hacer calicatas permanentemente en la búsqueda de una mayor densidad de raíces en el perfil de suelo.

En la Figura 5 se muestra el registro de una sonda EnviroscanMR con cinco sensores en profundidad (10, 30, 50, 70 y 160 cm). Durante la temporada, se observa una condición de suelo preferentemente saturado y con importantes volúmenes de agua de riego y seguro fertilizantes, que se pierden por percolación profunda más allá de los 160 cm. Por otra parte, se ve muy poca actividad del sistema radical, activándose en poscosecha cuando se reduce la intensidad del riego. En esta etapa se detecta un alza en la actividad entre los 10 y 50 cm, una vez que se oxigena el suelo; sin embargo, es muy poco lo que se observa a los 70 cm e inexistente a los 160 cm.
En otro estudio en la zona central en un suelo de texturas medias, variedad Timco (Figura 6) con sensores EnviroscanMR y plataforma IrriMAX LiveMR, se pueden observar los positivos resultados al utilizar la tecnología para gestionar el riego, buscando una mayor activación del sistema radical e implementación de un manejo más sustentable del recurso hídrico.

En la Figura 6 superior, corresponde al registro de los ciclos de riego al inicio del estudio y, se observa específicamente en el apilado la casi nula expresión de la actividad de las raíces. En 6B se puede observar la estrategia implementada en poscosecha dirigida a activar el sistema radical. Finalmente, se detecta durante la siguiente temporada (Figura 6 inferior) un importante cambio en el comportamiento de las raíces presentando actividad en todo el perfil.
Previo a la intervención con la tecnología, el volumen de agua de riego utilizado al año era de 10.958 m-3 ha-1 y se pasó a solo 8.574 m3 ha-1, permitiendo incrementar la eficiencia en el uso del agua de riego de 2,2 a 4,9 kg producidos por m3 de agua de riego. Adicionalmente, se logró fruta de mejor color y sin presencia de palo negro u otro desorden fisiológico.

Como lo hemos visto en los antecedentes presentados, el registro del comportamiento de las vides en terreno es una tarea primordial para ir generando información asociado al manejo del riego y de esa manera optimizar la gestión del recurso hídrico. En la Figura 7, se presenta una escala de la calidad del sistema radical que puede ayudar a verificar en las calicatas, si los manejos de las vides están siendo adecuados o se requiere realizar cambios importantes para evitar “la muerte lenta del parronal”.

Finalmente, podemos señalar que lamentablemente lo que hacíamos antes se quedó corto y frente al cambio climático, la escasez hídrica, los requerimientos de mayores rendimientos, la calidad de la fruta y las exigencias de demostrar que los manejos que se implementan en el campo son sustentables, no podemos tomar el camino del negacionismo y pensar que todos los desafíos los solucionaremos con tecnologías y manejos de los años 80 y 90. Es por eso que frente a los nuevos y mayores desafíos que tenemos en el manejo del riego en la fruticultura, la inversión en nuevas tecnologías, muchas de ellas enmarcadas en la “Agricultura 4.0”, es sin duda el camino que debemos tomar.