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15/02/2022FUENTE : REVISTA MUNDOAGRO
No se trata sólo de suplir una necesidad con el avance tecnológico más avanzado que exista sino de partir con un diagnóstico acertado y encontrar una solución que se ajuste a las condiciones de cada caso. Herramientas hay muchas, de lo que se trata es de encontrar la adecuada y que eso, además, pueda servir como ejemplo para otros: una forma de mostrar la factibilidad de las ideas. Eso es parte de lo que implican las llamadas “buenas prácticas en la agroindustria” y que promueve el proyecto Smart Energy Concept, encabezado por la Cámara Alemana, AHK Chile.
Algunas de ellas están vinculadas manejos que permitan disminuir las emisiones de CO2 y uso de combustibles fósiles a través, por ejemplo, de la implementación de energías renovables no convencionales (ERNC). En el caso de Agrícola El Nocedal, en Requinoa, la respuesta fue utilizar energía solar para secar nueces.
Esta empresa que procesa al año 150 toneladas de nueces, dispone de ocho depósitos con capacidad para 4.000 kilos cada uno, alimentados por equipos de secado a gas licuado de petróleo (GLP).
El diagnóstico inicial marcaba que se contaba con un proceso de secado de nuez con alta demanda de GLP y un costo de 772 $/litro GLP, pero que además existía disponibilidad de techumbre donde disponer colector solar de aire para reducir consumo de gas y disponibilidad de radiación relevante para el proceso durante los meses de cosecha.
Así, se pensó en un sistema solar de apoyo al secado de nueces, compuesto por una doble cámara térmica dispuesta sobre la techumbre del galpón de faena. El color negro de su base permite atraer los rayos solares y atrapar su capacidad térmica en el interior del colector de aire. Por su configuración, permite disponer una serie de canales equilibrados hidráulica y térmicamente; al activarse los ventiladores que llevarán el aire a las cámaras de secado, extraen el aire directo desde el techo solar, aprovechando su temperatura.
Ya durante su primera temporada de cosecha, los resultados fueron elocuentes: se logró una disminución de 11.344 kg de CO2 eq. Con el sistema antiguo a gas, el costo de secado era de 44.333 $/ tn de nueces frescos que ahora baja a $35.000, más del 25% de ahorro. Considerando el costo del secador solar, se estima que el proyecto puede financiarse en diez años. Sin embargo, existe la posibilidad de utilizar la instalación para otras variedades de nueces y para frutas que tienen una cosecha diferida. Incluso está contemplada la posibilidad de arrendar el secador a otras empresas del rubro, lo que disminuiría considerablemente el tiempo de amortización.
LA ENERGÍA DE LOS CUESCOS
Lo que para unos es un deshecho, para otros es un recurso. Eso fue lo que entendieron en Las Doscientas SpA, que al aprovechar el poder calórico de los cuescos de aceituna logró reducir en hasta 25% el gasto destinado a pellets de madera, que eran utilizados para la calefacción de agua en el proceso de extracción de aceite de oliva. Este proyecto de bajo costo y ecológico por no generar residuos tóxicos, permitió la generación de 4.750 Kcal/kg, reduciendo además las emisiones de CO2.
Parecido fue lo que ocurrió con Prunesco, la empresa de Pirque que es líder en exportación de ciruelas secas. El problema detectado fue la necesidad de sustituir el GLP por uno más limpio y que conlleve un ahorro en las operaciones. Para eso, la solución obtenida fue una caldera de vapor (2,5 t/h) para biomasa, que utiliza como combustible los cuescos de las mismas ciruelas. Según señalan en Veolia, la empresa que construyó la caldera, este residuo tiene un alto poder calorífico, del orden de la 5.280 kcal por kg, y genera una baja cantidad de cenizas durante el proceso, superando el rendimiento de los pellets de madera.
Así, el 30% de los requerimientos de energía de Prunesco y el 100% de su demanda de vapor fue reemplazada por energía producida por un residuo propio, que se encuentra disponible en gran cantidad (2.160 toneladas por año).
En cuanto al impacto ambiental, la reducción de emisiones de CO2 alcanzó las 4.060 toneladas por año, mientras que desde lo económico se generó un ahorro neto anual mayor a las 175.000 usd con una inversión cercana a los 275.000 usd.
PREDICAR CON EL EJEMPLO
Estas iniciativas forman parte de las casi 60 “buenas prácticas” que se levantaron en el marco del Proyecto Smart Energy Concepts de la Cámara Alemana, AHK Chile y que son resultados de un trabajo puesto en marcha desde 2015, que nació con el fin de potenciar el uso eficiente de la energía e incorporar energías renovables en procesos productivos para así disminuir las emisiones de CO2.
Quienes lideraron este proyecto son Annika Schüttler, Project Leader Energy & Sustainability, e Iris Wunderlich, Senior Project Manager Energy, Mining & Sustainability de AHK Chile. Las dos ejecutivas trabajaron codo a codo para darle forma al proyecto que contó con la colaboración de organismos de Chile y Alemania, como la AgenciaSE, Agencia de Sostenibilidad Energética y el Ministerio del Medio Ambiente Alemán, que cofinanció el proyecto a través de la Iniciativa Internacional de protección del Clima.
En esa tarea, las expertas de AHK Chile advirtieron que la mejor forma de abordar el desafío energético fue mostrar a través de ejemplos concretos de empresas del sector las medidas y tecnologías que se pueden implementar para reducir las emisiones de CO2.
“En el sector agroalimentario, la energía térmica pesa más que la energía eléctrica. Si bien en el área de la energía eléctrica ya hemos tenido avances en términos de la incorporación de energías renovables, las que llegan incluso hasta un 25% de participación en la matriz eléctrica, todavía faltaba dar ese paso en el área térmica. Por eso nos planteamos como meta visibilizar opciones para reducir el consumo de energía térmico y mostrar otras fuentes de generación como la energía solar térmica o la biomasa”, indica Schüttler.
Eso no fue todo. La idea era entregarles a las empresas, ciertas herramientas para conseguir ventajas comparativas en relación con su competencia. “El sector agroalimentario siempre ha sido y sigue siendo un pilar fundamental para la economía chilena y tiene que ponerse las pilas para ser más competitivo. Para eso, la reducción de emisiones de CO2 es clave”, agrega Wunderlich.
Con esto en mente, el proyecto consideró la realización de 18 estudios de factibilidad en cinco rubros, en donde participaron compañías, especialistas y organismos de manera conjunta.
“Lo más importante que hemos aprendido es que el hecho de presentar casos de buenas prácticas es lo que realmente lleva a que otras empresas se motiven a estudiar e imitar medidas que ya han sido implementadas con buenos resultados, en condiciones de producción similares”, destaca Schüttler.
Para la ejecución de las soluciones, el intercambio tecnológico con Alemania ha sido clave. De hecho, desde 2015 hasta a la fecha, se han realizado seis giras a ese país con el objetivo de visitar empresas y organizaciones que aplican tecnología para resolver necesidades similares a las planteadas en la industria chilena.
“La transferencia tecnológica entre nuestros países nos ha permitido mostrar a la agroindustria chilena tecnologías innovadoras y modelos productivos que apuntan a reducir el consumo energético y utilizar fuentes renovables para la generación de la energía eléctrica y térmica requerida. Es un intercambio muy enriquecedor y que ayuda a fomentar la competitividad a través de la reducción de emisiones de CO2 en el sector agroalimentario chileno”, finaliza Schüttler.
Los viajes han permitido un directo intercambio de conocimiento, algo vital para avanzar a una mayor penetración de tecnologías amigables con el medio ambiente en el sector agroalimentario.