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10/03/2022HÉCTOR AQUILES CHÁVEZ TEUBER
DIRECTOR TÉCNICO CARBON FARMING REGENERATIVE AGRICULTURE PEGASSUS www.pegassus.cl
Me han dado, generosamente, la oportunidad de entregar una visión desde mi experiencia profesional, técnica y también científica (porque la ciencia es fundamentalmente observación y experimentación) de mi actividad en la promoción e implementación de la Agricultura Regenerativa, la que desarrollo como un modelo de gestión agronómico diseñado para restaurar los suelos y medio ambiente en y alrededor de un predio agrícola.
Soy ingeniero agrónomo y agroecólogo, y desde hace tres años me dedico a promover e implementar la Agricultura Regenerativa. Mi formación como agrónomo fue en base a los postulados nacidos con la Revolución Verde y el “milagro” de los altos rendimientos. Una agricultura que alimentaría al mundo, basada en fertilizantes sintéticos, insecticidas, acaricidas, funguicidas, bactericidas, nematicidas y herbicidas, que harían que el hambre desapareciera del planeta. Algo que no sucedió.
Todos los que trabajamos en la agricultura sabemos que algo no está funcionando. El día a día transcurre similarmente cada año, escogiendo qué producto usaremos para eliminar o matar alguna plaga o enfermedad en el huerto. Ávidos de conseguir alguna bala de plata que solucione todos mis problemas juntos. Y esa mentalidad ha hecho crecer una enorme industria de insumos agrícolas, cada uno con la promesa de salvación asegurada.
Un día, en la impotencia que me provocaba no saber hacer otra cosa más que sólo atacar los síntomas o aminorar el daño ya hecho, diseñando tratamientos periódicos para que la cosecha tenga tal tamaño o tal color, me dije: esto no es agronomía, esto es farmacología. Cada año es más caro o surge otro problema y aparecen más restricciones o se aumentan los períodos de carencia de agroquímicos porque, seamos honestos, la gran mayoría son tóxicos y peligrosos. Esta agricultura sin sabor, sin olor, sin textura y sin vida perdió significado para mí y lo está perdiendo para muchísimos consumidores en el mundo. Así fue que pensé que debía haber más personas en esta situación y salí a encontrarlos.
Decidí hacerme cargo de la responsabilidad que nos cabe a varias generaciones de agrónomos que no nos cuestionamos mucho lo que nos enseñaron y lo que hicimos profesionalmente, haciendo la vista gorda de los efectos secundarios en el ambiente. Sumado a esto, vino el sentido de urgencia ante la amenaza climática al planeta y la humanidad cuando los científicos demostraron que hemos sobrepasado los límites de resiliencia planetaria en 4 de 10 variables críticas para la vida en la Tierra. (https://www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries/the-nine-planetary-boundaries.html).
CONSECUENCIAS INMEDIATAS
Según la FAO, la actual trayectoria de crecimiento de la producción agrícola es insostenible, debido a sus impactos negativos sobre los recursos naturales y el medio ambiente. Un 34% de los suelos se encuentra de moderada a altamente degradados debido a la erosión, salinización, compactación, acidificación y la contaminación química de los suelos, causada por la agricultura que todavía hacemos.
Cada año se pierden de 25 a 100 toneladas por hectárea de de suelo (https://www.fao.org/3/bc595e/bc595e.pdf). Y la superficie de suelo cultivable, con agua, en el mundo es ridículamente poca: 4,8 millones de hectáreas de uso agrícola, de las cuales 1,8 millones son arables. Es decir, hay 2 metros cuadrados de suelo cultivable por persona.
El costo de olvidarnos que la agricultura interviene ecosistemas funcionales vivos y los modifica de acuerdo a nuestras necesidades y deseos, sin mucha más ciencia que la necesaria para llevar a cabo una actividad lucrativa durante el mayor tiempo posible y al menor costo posible, se está cobrando en biodiversidad, estabilidad, desertificación, inseguridad alimentaria, etc.
Sin embargo, es muy común que, para el agricultor promedio, incluso para empresarios agrícolas grandes, esto sea algo muy lejano en sus consideraciones porque en realidad no ven cómo se asocia esta situación a sus resultados económicos anuales y se imaginan que esto implica mayores costos, pérdida de competitividad, menores producciones, etc. Yo lo entiendo, el mundo cambia más rápido que nuestra capacidad de despertarnos y adaptarnos para implementar los cambios necesarios.
Nos frenamos en avanzar en los cambios por el miedo. Porque no tener el conocimiento necesario para implementar los cambios genera la sensación de no tener el control y no lograr ser competitivos. Creemos que tenemos el control cuando los resultados son buenos, pero cuando no lo son, le echamos la culpa al clima, al agroquímico, a una plaga o enfermedad nueva o resistente a los tratamientos. Lo cierto es que ignoramos cómo hacerlo de otra manera porque todos fuimos formados en el mismo paradigma; por lo tanto, todos hacemos lo mismo, tenemos los mismos problemas y tratamos de resolverlos de la misma forma, porque también nos copiamos unos a otros.
Así, la situación de degradación se ha vuelto crónica y peligrosa.
HACIA UN NUEVO PARADIGMA
El cambio en las prácticas de la agricultura y la adopción de nuevos paradigmas agrícolas es urgente, y para que sea verdaderamente sustentable debe partir por el manejo del suelo, considerando que el acuerdo común es que el suelo es un recurso natural no renovable y su pérdida no es recuperable en el marco de tiempo de una vida humana.
El planeta, y los consumidores, exigen otra gestión en la agricultura, una gestión sostenible de los recursos, sobre todo en el suelo. Pero ¿tiene sentido hacer sustentabilidad en sistemas agónicos? ¿Hacer agricultura certificada sustentable u orgánica en suelos degradados química y físicamente, casi muertos biológicamente, es la solución? Yo pienso que no. Si se está haciendo es porque genera más rentabilidad en el corto plazo, en la medida que accedo a mejores precios porque muestro que mi manejo es orgánico o sustentable. Estamos condenando a nuestros descendientes a un mundo estéril.
Es posible lograr altos rendimientos, altas calidades, buenas rentabilidades y restaurar el planeta al mismo tiempo. ¿Qué se requiere? Voluntad y valentía para aprender mucho conocimiento nuevo y soltar los hábitos nocivos, disposición al cambio, mucho trabajo en terreno y planificación de actividades y costos.
Este nuevo paradigma que propongo es la Agricultura Regenerativa, cuya premisa básica es que todo está interconectado y actúa sinérgicamente; por lo tanto, se asume que un evento específico puede estar gobernado por más de una causa. Por ejemplo, una deficiencia de potasio puede ser causada por un exceso de magnesio (Mg), exceso de calcio (Ca), exceso de amonio en suelo (NH4), por estrés hídrico en el suelo, por bajas temperaturas, una textura muy liviana, o un pH muy bajo o muy alto. Esto implica que los manejos son específicos en cada sitio productivo de acuerdo a las condiciones de suelo, agua, clima y cultivo que se esté desarrollando, y se requiere estudiar a fondo cada una de estas condiciones, la historia productiva, de riego y de manejo antes de hacer cualquier intervención. Ver Figura 1.

EQUILIBRIO DEL SISTEMA Y FISIOLÓGICO
La naturaleza no es lineal sino matricial y se ordena en patrones matemáticos auto repetibles en escalas ascendentes, lo que se llama geometría fractal, que es la forma en que la energía de los sistemas naturales se ordena e interactúa incrementando su complejidad. Esto que suena tan complicado y esotérico es frecuentemente medido cuando conocemos el pH y la conductividad eléctrica del suelo y de la savia de las plantas.
El pH mide la mayor o menor concentración de protones (H+) que interpretamos como mayor o menor acidez, o también la mayor o menor carga de electrones que tenga el medio; a más electrones mayor es la energía acumulada, y a mayor cantidad de energía mayor capacidad de crecer, producir, etc. En conclusión, el pH mide la resistencia del suelo al flujo de nutrientes y energía. Así, un suelo con pH muy alto (mayor a 8 por ejemplo) viene siendo un suelo estítico, y un suelo con pH muy bajo (menor a 5 por ejemplo) es un suelo con diarrea. Siempre la naturaleza, en el tiempo, empujará un sistema a su condición de equilibrio en el que pueda alcanzar la máxima complejidad, biodiversidad y estabilidad, y para eso recurrirá a sistemas biológicos que estén mejor adaptados a la condición alterada que presente, como pueden serlo las malezas. Por ejemplo, en suelos con deficiente contenido de calcio (en cantidad total y en relación de equilibrio con otros nutrientes) la naturaleza hará que malezas como Rumex acetosella (vinagrillo) se hagan cargo de equilibrar ese contenido de calcio.
Siguiendo con el planteamiento inicial, consideramos al suelo la base de todo sistema productivo donde las plantas se desarrollan hasta alcanzar las condiciones óptimas de mayor eficiencia fisiológica y así obtener su óptimo potencial productivo con una máxima calidad. Al llegar a este punto, las plantas cuidan de sí mismas con una eficacia incomparable al alcanzar la homeostasis o equilibrio fisiológico, en el cual la planta tiene el vigor y la productividad necesaria junto a una condición inmunológica potente que hace que los patógenos y plagas no sean atraídos. Ver Figura 2.

Suena lindo, ¿verdad? Lo es. Y podemos medir si estamos cerca o lejos de ese objetivo a través de la concentración de azúcares solubles en savia, con un simple instrumento llamado refractómetro. Cuando realiza la fotosíntesis, lo que la planta hace es unir carbono con hidrógeno y oxígeno mediante uniones o puentes con electrones (los mismos que hablamos en otro párrafo anterior) fabricando moléculas de azúcar (o carbohidratos), y para eso necesita fósforo (“carrier” de electrones), entre otras muchas cosas. Estos azúcares son los ladrillos desde los cuales la planta fabricará todas las moléculas restantes necesarias para su vida, como lípidos y proteínas. En general, para plantas superiores (arbustos y árboles) deberíamos mantener el nivel de azúcar en savia en valores superiores a 9 ºBrix, al menos. Ver Figura 3.

MULTIVARIABLE
Para llevar a cabo este modelo agronómico es recomendable ir paso a paso, teniendo bien dominada cada variable que se está modificando, porque, recuerden es un sistema matricial, entonces estaremos trabajando con dos, tres o varias variables al mismo tiempo.
En el suelo necesitamos establecer las condiciones que permitan que una fauna microbiana biodiversa pueda establecerse en los suelos: bacterias, hongos, insectos depredadores, lombrices, etc., que permitan la humificación y mineralización de la materia orgánica y nutrientes, de forma que puedan ser fácilmente absorbidos por las plantas, y también eviten la proliferación de plagas y patógenos.
Para entender la importancia de los microorganismos del suelo es necesario decir que ellos son más eficientes y activos procesando los nutrientes minerales del suelo, integrándolos en sus cuerpos en moléculas complejas biológicas que pueden ser absorbidas por las plantas con un gasto de energía muy menor al que usarían tratando de obtener esos nutrientes directamente del suelo.
Por ejemplo, para absorber nitrógeno en forma de NO3 en el suelo, una planta debe incrementar el metabolismo radicular entre un 10% a un 15% y gastarse un 15% más de energía para transformarlo en aminoácidos (se requieren de 8 electrones por cada N). La energía para esto debe salir de quemar azúcares formados en la fotosíntesis equivalente a un 30% a un 40% de los fotosintatos producidos por la planta, lo que va en desmedro del desarrollo de la canopia.

También, nos interesa alcanzar la mayor biodiversidad por encima del suelo que entregue naturalmente los múltiples servicios ecosistémicos posibles: polinizadores, plantas insectíferas, plantas fijadoras de nitrógeno, plantas recirculadoras (de Calcio, Fósforo, Hierro, etc.), corredores biológicos, islas de biodiversidad, franjas de cultivos bioactivos, etc.
Es así que al integrar el conocimiento de cómo se interrelacionan, sino todas, al menos las principales variables que influyen en el desarrollo de las plantas, podemos avanzar hacia un modelo de gestión agronómico para una agricultura regenerativa, verdaderamente sustentable con producciones rentables, con alta calidad y estables en el tiempo.
OBJETIVOS
Al comprender cómo funcionan los agroecosistemas e implementar este tipo de agricultura, pueden lograrse los siguientes objetivos:
A escala predial:
1. Mejorar la condición química, física y biológica de los suelos.
2. Promover una rizósfera activa para potenciar la absorción y asimilación rápida y eficiente de nutrientes con un bajo costo energético para la planta.
3. Prevenir que las plantas entren en estrés oxidativo y mantener sus estados de homeostasis productiva óptima.
4. Llevar a cabo una nutrición balanceada para que las plantas no presenten estados de susceptibilidad a patógenos (plagas y enfermedades).
5. Desarrollar en la planta una alta resiliencia frente a estrés biótico y abiótico.
6. Mejorar la productividad, calidad y vigor de las plantas.
7. Generar producciones estables en el tiempo, con rentabilidad planificada.
8. Desarrollar servicios ecosistémicos en el entorno: corredores biológicos, cover crops, biodiversidad funcional, etc.
9. Disminuir el daño ambiental y las externalidades sustituyendo el uso de plaguicidas, herbicidas, sales solubles fertilizantes, y otros insumos.
10. Desarrollar una agricultura que alcance una sustentabilidad real.
A escala global:
1. A mitigar el cambio climático a través del secuestro de carbono y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, y los procesos de desertificación. Actualmente se liberan desde suelos degradados 77 millones de toneladas de CO2 por año (la liberación directa por actividades humanas diarias es de 6 millones de toneladas de CO2 por año).
2. Aumentar la biodiversidad del ambiente: el suelo es el reservorio de al menos una cuarta parte de la biodiversidad mundial, considerando microorganismos, microfauna, y mesofauna.
3. Desarrollar servicios ecosistémicos fundamentales en este tipo de agricultura, ayudando a proteger cerros, cuencas, bordes de ríos y lagos de la pérdida de vegetación, suelo y biodiversidad.
4. Mejorar la dinámica del agua en los suelos aumentando su resiliencia frente a las inundaciones y la sequía.
5. Mejorar la estructura y textura de los suelos debido aumentando el contenido de carbono a través de la materia orgánica: por cada 1% de materia orgánica agregada al suelo se capturan de 21 a 75 toneladas de CO2 por hectárea.
6. Incrementar la biología funcional de los suelos que permite los ciclos de los nutrientes primarios (N, P, K, Ca, Mg, Zn, B, Fe, Mn, Mo, Co), su estabilidad en el suelo y su disponibilidad eficiente para las plantas.
Pretendo que esta sea una plataforma de interacción con los lectores que nos permita intercambiar experiencia, conocimientos y aprendizajes para el crecimiento y colaboración entre todos para el bien propio, del planeta y la humanidad. Así que estaremos esperando sus comentarios, sus inquietudes, solicitudes o consultas que tengan. Responderemos a todos.